UBV Eje Cacique Mara
CICLO DE CHARLAS: EN DEFENSA DE LA PATRIA,
EL PUEBLO A LA VANGUARDIA.
Lunes 14 de marzo:
Tema: EL MODELO ECONÓMICO VENEZOLANO 1908-2016
Ponentes: Prof. José Padrón y Prof. José Javier León.
Moderador: Prof. Oscar Tirado.
Lugar: Sede Universidad Bolivariana de Venezuela.
Lunes 14 de marzo:
Tema: EL MODELO ECONÓMICO VENEZOLANO 1908-2016
Ponentes: Prof. José Padrón y Prof. José Javier León.
Moderador: Prof. Oscar Tirado.
Lugar: Sede Universidad Bolivariana de Venezuela.
Edificio Simón Rodríguez Aula 6. Hora: 9:00 am
Intervención de
José Javier León
Leí hace tiempo en un libro de Miguel Izard algo que me asombró; cuando nace Venezuela lo hace como Capitanía General, distinta a los Virreinatos, la Capitanía es una institución prácticamente militar y en nuestro caso funcionaba como una cabeza de playa que los españoles instalaban en algunos puntos de la geografía del Continente con el objeto de penetrar y explotar. Éramos pues eso, una Capitanía General. Pero Nueva Granada, México y Perú eran Virreinatos, lo que significa que los europeos habían logrado instalar una suerte de Cortes que les hacían familiar su vida europea, pero Venezuela era prácticamente un cuartel. Sin embargo, decía Izard, que en esta Capitanía se importaban [per cápita] más artículos suntuarios o para el uso de las clases sociales altas, provenientes de Europa, que los que importaban los dichos virreinatos[1]. O sea, los ricos de aquí, que vivían en esta Capitanía, se daban más lujos y pompas que los que vivían en los virreinatos, vale decir, aspiraban a vivir en un virreinato pero su frustración era que se trataba tan sólo de una capitanía general. A mí ese dato me dice mucho, porque el hambre de importación de objetos suntuarios no ha cesado, sigue intacta, seguimos importando objetos que no necesitamos pero en una cantidad que nos haga sentir que somos una sociedad rica o palaciega.
El otro dato importante que he leído por allí, es que los europeos cuando empiezan a conquistar y a tomar posesión de los territorios americanos y, sobre todo, en las islas del Caribe, instalan y traen el cultivo de la caña de azúcar que, como deben saber, es extensiva, es decir, requiere de ocupar grandes extensiones de tierra[2]. Pero además trajeron la tecnología de los trapiches donde se procesa o procesaba la caña de azúcar. Al pasar el tiempo, las generaciones nacidas en las islas se comenzaron a sentir propietarias de esos trapiches y los franceses e ingleses especialmente, dijeron, si se sienten propietarios los van a tomar para sí, se van a apropiar de esa tecnología y si tienen la plantación y los esclavos para trabajar la tierra, o sea, si tienen los elementos que garantizan la producción y además se sienten propietarios de la industria obviamente tomarán posesión por entero de la economía. Ello hizo que los protocapitalistas europeos desmantelaran los trapiches y los instalaran en Francia e Inglaterra de modo que condenaron a las islas a producir la materia prima y a llevarla en barco a Europa donde se procesaba industrialmente para regresar el azúcar refinado. Ello implicaba que las islas no se desarrollaron tecnológica e industrialmente y que se seguía desarrollando tecnológica e industrialmente Europa. Consecuencia de ello es que se consumían productos ya elaborados, el azúcar por ejemplo, que no se procesaban en América.
Ese es otro dato importante, porque los europeos tomaron como elemento central de su expansión, conquista y colonia, que no se instalaran en América, industrias. Estos dos elementos: el hambre de importación sumada a la no industrialización, ¿qué provoca? Una sociedad no industrializada y dependiente.
Eso ocurrió desde los años 1600 y no hemos logrado trascender el modelo importador ni el modelo de no industrialización. El primero tal vez sea ya parte de nuestra idiosincrasia, me refiero a esa necesidad de importar lo que no necesitamos, como el trigo, por ejemplo, pero lo otro es más serio: es la no capacidad de instalar industrias para procesar materia prima, toda vez que los europeos entendieron que eso podía significar la independencia económica de los nacidos en América.
Lo mejor entonces era que mantuvieran una condición pre-industrial, lo cual conllevó que la tecnología que se desarrolló entre los campesinos y pequeños artesanos era muy tosca, al menos en la Capitanía General de Venezuela la artesanía u orfebrería no cultivó el acabado de los objetos ya que estos se consideraban a lo sumo como objetos de uso cotidiano, empleados fundamentalmente en las faenas de trabajo, mas no había una necesidad de carga estética, digamos un “plus” que se le añade a las cosas para que sean más atractivas, más sugerentes, etc. En los virreinatos, donde había un manejo del tiempo para el lujo, sí había orfebrería y artesanía, vale decir, trabajo manual elaborado. Fíjense en las catedrales peruanas, mexicanas, colombianas, las cuales tienen mayor acabado, por lo que resultan más barrocas, pero nuestras iglesias en cambio tienen las paredes lisas o desnudas, sin arabescos, sin adornos, y ello porque en definitiva Venezuela era un cuartel y no había necesidad de ornar nada. Sin duda esto repercute en la imaginación y la fantasía del pueblo que no tiene necesidad de inventar nada porque todo es plano, frío, utilitario y ya, y podemos decir que es una consecuencia particular que les trajo a los venezolanos la conquista y la colonia.
Todo eso pesa sobre nosotros y (haciendo un salto histórico gigantesco) sobre la Universidad que tenemos. En efecto, nuestra universidad y no sólo la Bolivariana que tan sólo tiene 13 años, sino las centenarias como la UCV, la ULA, LUZ, de alguna manera han padecido ese peso histórico de lo que les he hablado, universidades que no tienen la capacidad de generar industria ni conocimientos vinculados a procesos económicos. Es decir, tenemos y heredamos una idea o concepción de Universidad dependiente de una economía ajena a la Universidad.
No tenemos, repito, una Universidad conectada al aparato industrial, y eso es un problema de nacimiento, no de ahora. Nuestras universidades producen profesionales fundamentalmente para el área de servicios o el que llaman Tercer Sector. Nosotros difícilmente generamos profesionales para la industria y nuestros tecnológicos son muy precarios, mas eso nos viene de siglos atrás y tiene que ver con la incapacidad histórica de tener una tecnología propia, articulada a procesos económicos propios.
Pero esa economía de servicios está conectada al sistema capitalista, porque la industria que es la base de la economía sigue estando en los países centrales, en Europa, en EEUU, en los centros de poder, exactamente como aquellos trapiches de los que les hablé hace algunos instantes. El trapiche sigue estando en Europa, para decirlo con la metáfora del inicio, aunque no es una metáfora sino una realidad. O sea, la fábrica de autos, la fábrica de fábricas, siguen instaladas afuera.
Nosotros como Estado hemos iniciado procesos de transferencia tecnológica, pero eso tiene sus limitantes porque quien tiene la tecnología no la vende toda, vende partes, y lo que vende no incorpora todo el conocimiento que le es inherente y ello porque el conocimiento es poder, y quien lo tiene, tiene el poder. Obviamente, quien tiene el conocimiento sobre determinadas o específicas áreas detenta el poder sobre las mismas, y más allá están las patentes, es decir, quien crea el conocimiento lo patenta y en ninguna parte del mundo se puede usar esa tecnología sin adquirir el derecho a usar determinada patente. Por lo que por supuesto, pueden bloquear el uso de las mismas. Insisto, quien controla la tecnología, controla el conocimiento sobre dicha tecnología. De ahí que las veces que hemos buscado transferencia tecnológica sea de países aliados, de países hermanos o que la dinámica geopolítica a convertido en aliados, por ejemplo China, Irán, Rusia, Bielorrusia, países que en el movimiento geopolítico se tornan amigos y aliados, y por eso los ataques del Imperio norteamericano buscan romper esas alianzas, sencillamente porque no le interesa perder el mercado cautivo que somos nosotros. Mercado cautivo porque no tenemos industrias y porque con la materia prima prácticamente no podemos hacer nada sino venderla.
La gran industria nuestra es por ejemplo, PDVSA. Podemos como ustedes saben procesar gasolina, combustible, porque tenemos el control sobre la industria, pero ese control lo ganamos en el 2002 luego de echar atrás el golpe que le dieron al presidente Chávez y luego de vencer a la derecha nacional e internacional en el sabotaje petrolero que se extendió desde diciembre 2002 hasta marzo de 2003. Eso hay que recordarlo porque sólo fue a partir de entonces que pudimos decir “PDVSA es Nuestra”. Por eso es que, y vaya como un dato no más, ustedes no ven colas en las gasolineras: la gasolina es casi que el único producto regulado que para consumirlo no hay que hacer cola. ¿Por qué? Sencillamente, porque el Estado y el Gobierno controlan todo el circuito: la explotación, el procesamiento, la distribución y la venta. Ojalá pudiéramos controlar así la harina para hacer las arepas, el jabón, etc. Y pregunto, ¿por qué no controlamos esos otros procesos? Porque las empresas que están detrás son trasnacionales o funcionan como trasnacionales, y en algunos casos están vendidas y son operadas como empresas extranjeras. De ahí que no podamos tener control sobre todos los circuitos de la economía, amén de que históricamente, la capacidad y posibilidad de industrialización ha estado saboteada, coartada, boicoteada. Cada vez que un presidente, Medina Angarita por ejemplo, intenta ejercer soberanía sobre la industria nacional, es sometido a desestabilización y a golpes de estado[3]. Incluso a Pérez Jiménez, cuando asomó tener un mínimo de potestad sobre el petróleo, le sobrevino su derrocamiento. Ciertamente, mientras fue una ficha dócil a los intereses de los EEUU, gobernó en “paz”, pero cuando empieza a cambiar la geopolítica y aunque dictador comienza a tener atisbos de soberanía, es defenestrado del poder.
En fin, lo que buscaron los europeos antes y lo que persigue el imperialismo norteamericano hoy es que los países en general y el nuestro en particular no se desarrollen industrialmente, porque esa condición de dependencia garantiza el subyugamiento.
¿Qué nos toca como Universidad? Empezar a participar más activamente en los procesos productivos en y desde los Programas de Formación de los que formamos parte. Debemos encontrar en las dinámicas de nuestros PFG el perfil productivo: cómo nos convertimos en una Universidad Productiva.
En lo particular estoy muy emocionado con esa idea y desde el área de la comunicación estoy motivando que mis estudiantes aprendan a producir lo que les toca producir: comunicación social, que más que consumidores sean productores, y para ello deben desarrollar, por ejemplo la tecnología de la producción audiovisual. De hecho, el taller que hoy instalamos está enmarcado en esa dirección[4], porque repito, debemos producir desde donde estamos, desde nuestras trincheras; salir de la formación pasiva, dependiente y encaminada como estuvo siempre a que ustedes se gradúen y sean personal que una empresa X contrata. No, más bien estoy convencido de que nosotros debemos generar emprendimientos productivos y avanzar hacia la producción autónoma, soberana, independiente y según el modelo socialista, en redes de productores asociados, que nos encontremos en dinámicas que rediseñen, que redibujen la economía del país, desde abajo, desde las bases, desde la organización popular. Creo que hacia allá debemos avanzar y la Universidad Bolivariana debe enrumbarse definitivamente en esa dirección.
[1] Dice Miguel Izard, citado literalmente: “Se puede decir que todo producto manufacturado de cierta complejidad era importado, porque su producción externa era mucho más eficiente y barata. [Sólo] había cierta intensidad en la producción de bienes baratos, de escasa calidad y de sencilla elaboración. Es así como se presentaba la paradójica situación de una colona poco poblada, sin grandes riquezas en comparación con otra colonias como Nueva España (México) o Perú, pero que importaba relativamente más que ellas en términos per cápita”. Humboldt precisaba: “México consume en su estado actual, como máximun, 21 ó 24 millones de piastras en efectos extranjeros, es decir, que con una población ocho veces mayor consume apenas cuatro veces más que la Capitanía de Caracas”. En Izard, Miguel. Relaciones de trabajo en la sociedad colonial venezolana. Fundación Centro Nacional de Historia. Caracas. 2009. Pp. 11-112
[2] Eric Williams al respecto se pregunta: ¿por qué la refinación del azúcar crudo no era realizada en la propia fuente, en las plantaciones: “La división del trabajo entre las poblaciones agrícolas en el clima tropical y las operaciones industriales en el clima templado ha sobrevivido hasta nuestros días. El motivo original no tenía nada que ver con la destreza de la mano de obra o la presencia de los recursos naturales. Era resultado de la política deliberada de la metrópoli. La prohibición de la refinación de azúcar en las islas era idéntica a la prohibición de la fabricación de hierro y textiles en el continente. ¿Deben estar los refinadores en Inglaterra o en las plantaciones?, preguntaba Sir Thomas Cliffordf en 1671”. En Williams, Eric, El negro en el Caribe y otros textos, Casa de las América, La Habana, Cuba, p. 191
[3] Reseña Oscar Battaglini los diversos conflictos que se presentaron durante el gobierno de Medina Angarita, entre los cuales destaca el conflicto “Con los intereses económicos y políticos de Estados Unidos, país que a partir de los resultados de la Reforma Petrolera de 1943, la progresiva reafirmación de la soberanía del Estado en esta materia. Y en lo concerniente al comercio exterior e inversiones extranjeras, había comenzado a ver en todo eso un serio obstáculo para el desarrollo, en Venezuela, de su estrategia global de posguerra, y tal y como ésta había sido definida –ahora en su papel de potencia imperialista indiscutida- en las Conferencias de Bretton Woods (1944), en la de Cancilleres Latinoamericanos de Chapultepec, a principios de 1945, y en la de San Francisco de ese mismo año”. En Battaglini, Oscar, El medinismo, Monte Ávila Editores, Caracas, 2004, p. 300
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