jueves, 18 de junio de 2015

Ciclo de formación en Televisión Comunal 2015-2016 : crónica de nuestro taller en Acarigua

Calle de Acarigua, junio 2015
Calle de Acarigua, junio 2015
El sábado 13 de junio 2015, al cabo de 15 días intensivos de taller en Acarigua, regresamos a la Yaguara. Al final del camino que hemos recorrido desde las luces de Acarigua al asentamiento campesino donde el compañero Franklin enciende su planta para conectar el videobeam, sigue la lucha contra la transnacional del papel Smurfit. Un compañero campesino que produce aquí desde hace cinco años contra viento y marea, toca el suelo con la punta de su bota: “antes todo eso estaba muerto” y levanta la mano hacia el océano de pinos que se pierde en la noche: “están matando nuestros ríos”.  “A la Smurfit se le han hecho unos pellizquitos nada. No puede haber revolución sin revolución agraria“ recuerda Miguel Balaustren, nuestro amigo y aliado de la Escuela de Gobierno del Estado Portuguesa (FEGEP), conmovido por la resistencia de estos productores .P1220782P1220789
Aquí estuvimos a finales de los 90 el primer núcleo de la escuela popular de cine para registrar los testimonios de la primera lucha. Hoy, 18 años más tarde, regresamos con un circulo ampliado de comunicadore(a)s populares: compañero(a)s de Tatuy TV (Mérida), Lara TVe (Lara) Teletambores (Aragua), Selva TVe (Amazonas) y Faro TV (Portuguesa). Juan José Moreno “Jota” y la compañera Olga Espinoza han estado trabajando al igual que Miguelito, el paciente compañero transportista, o Illiko Medina y Edduin Montilla del equipo de Vive Acarigua, para hacer posible este taller intensivo de formación integral en televisión comunitaria, del 1 al 13 de junio 2015, con sede en el Faro que domina la Plaza Andrés Eloy Blanco de Acarigua.P1220587
Daniel Rodríguez, coeditor de
Daniel Rodríguez, coeditor de “El Tigre y el Venado”
El taller se inicia con un reencuentro emotivo con el compañero y estudiante salvadoreño Daniel Rodríguez que ha viajado desde su universidad en Mantecal para presentarnos “El Tigre y el venado” de Sergio Sibrián, un documental que acaba de recibir  el premio a Mejor Documental Latinoamericano en el Sunscreen Film Festival, en Florida : http://www.laprensagrafica.com/2015/05/05/el-tigre-y-el-venado-triunfa-en-festival-de-cine-sunscreen. Este documental es fruto de la labor comunitaria audiovisual de ACISAM (El Salvador) y de un taller impartido por nuestra Escuela Popular y Latinoamericana de Cine y Televisión. Ha sido galardonado con  varios premios (mejor documental indígena en el VIII Encuentro Hispanoamericano de Cine y Video Independiente “Contra el Silencio Todas las Voces” de México, Premio de los Estudiantes de Cine del Festival Rencontres d’Amérique Latine, Francia 2014, Mención “Nuestro Norte es el Sur” otorgado por el canal Telesur en el Festival de la Habana 2014). En su nota de intención como director de “El Tigre y el Venado”, Sergio Sibrián explica su método: “La cámara mira desde lejos para dar prioridad al contexto en que vive el personaje y con tiempos largos de observación para lograr que el espectador tenga más elementos del contexto y el tiempo suficiente para activar la reflexión, que le permita pasar de su papel pasivo a protagonista de la historia como espectador. La decisión de partir de la existencia del personaje es para dar prioridad a las acciones de su vida cotidiana y después ponerle palabras, logrando un equilibrio entre las cosas hechas (las acciones), las cosas dichas (las palabras) y así eliminar la entrevista-busto aburrida y tradicional que encierra a las personas quitando naturalidad y libertad en sus acciones y palabras.”(Véase: http://bitly.com/1H08vUa)
Daniel 2
Daniel Rodriguez
Unos días después del taller Daniel nos escribe: “cada presentación del documental “el tigre y el venado” marca las vidas de las personas espectadoras, sin embargo esta última presentación fue una de las más importantes para mí, ya que fue donde los compañeros participantes del taller estuvieron presentes no para iniciar una iniciar una vida como comunicadores sino que estuvieron para profundizar sus conocimientos comunicacionales, y lo comparo como ese tren de la vida, ese tren que solo se detuvo para hacerle un chequeo mecánico, para continuar su camino con buena dirección y objetividad, ese tren es la vida de todos nosotros, ese tren que recorrió don ” Chelino” y aquí donde está el punto más importante para mí, ya que don Chelino dejó de recorrer su camino para recorrer en el de nosotros, y me llamó la atención porque los jóvenes lo reconocieron, “Don Chelino” a través del documental llego a poner ese aceite, esa reparación mecánica en la vida de los participantes, ellos se identificaron con él, ellos se vieron en el mismo rostro de don Chelino, caminaron las montañas junto a él, vivieron la masacre de 1932 junto con “Don Chelino” y ahí fue donde se abrieron nuevas expectativas para ellos en todas las áreas. Después de la presentación sentí que otra vez más estuve conversando con don Chelino, y sobre todo la satisfacción que los jóvenes vieron con alago  “Don Chelino” a través del documental, no me queda ninguna duda que para todos después del taller  los jóvenes se fueron a sus estados, parroquias o comunidades a profundizar la comunicación, a hacer caminar ese tren con buena vibra y con muchos objetivos por delante.”
“Siento que nos hemos fortalecido” concluye Celia Rodrigues, la compañera del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, quien ha llegado con su hijo desde Cabudare y su tierra productora de semillas autóctonas para dedicar el segundo día de taller a ubicar con nosotros la dimensión verdadera de una televisión comunitaria : investigación-acción-participativa.
Celia Rodrigues, Formadora del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (Brigada Apolonio do Carvalho, Venezuela) y su hijo
Celia Rodrigues, Formadora del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (Brigada Apolonio do Carvalho) con su hijo
No podemos partir del “Olimpo” para bajar el supuesto “conocimiento” sino construirlo colectivamente partiendo de la realidad y de la dinámica popular y así armar una “televisión de la pregunta más que de la respuesta”. La Escuela Nacional Florestan Fernandes construida por el Movimiento de los Sin Tierra a través de la autogestión y del trabajo voluntario en Brasil ejemplifica ese “tercer ojo sociopolítico” que debemos forjarnos constantemente como trabajadores audiovisuales para poder “leer el mundo antes de leer la imagen“. Véase http://bit.ly/1fipHb5
La ENFF, universidad construida por el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, forma cada año a centenares de miembro(a)s de movimientos sociales latinoamericanos
La ENFF, universidad construida por el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, forma cada año a centenares de miembro(a)s de movimientos sociales latinoamericanos
Un docente de la Universidad Bolivariana de Maracaibo, José Javier León, escribe al respecto: “Cuando yo entré a la UBV comencé a “dar clases”, luego me di cuenta –y no fui yo solo- que a ninguna parte íbamos a llegar por esa trilla. De ahí la necesidad de socavar las bases de la educación liberal burguesa sostenida como todo el sistema capitalista sobre la noción administrativa y política del control del tiempo.  (..) Esa clave del tiempo es estratégica para nosotros y debemos comenzar a considerarla porque todos los esfuerzos que hagamos como docentes, como activadores culturales, como responsables de la política pública en torno a la cultura, es la construcción del tiempo colectivo como una manera de liberarnos estructuralmente del dominio del capital. Es decir, si nosotros en nuestras comunidades, en los colectivos y organizaciones, no construimos formas para la liberacion del tiempo estaremos siempre dominados por las relaciones de capital.” Véase : http://bit.ly/1BkdX1N
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Thierry Deronne
El taller prosigue con una secuencia de tres días que Thierry Deronne dedica a un análisis participativo de los lenguajes dominantes y subversivos dentro de los géneros del reportaje, del documental y a descubrir juntos algunas claves básicas de la puesta en escena y de la dramaturgia de ficción a través de varios fragmentos de películas (Akira Kurosawa, entre ellos).  Al analizar algunos reportajes realizados desde nuestras televisoras comunitarias “Muchas veces, notan, los compañeros, seguimos con el “chip” de los canales comerciales, a la hora de hacer “notas de prensa”. Ahí está la alternativa exitosa del “Noticiero latinoamericano” de Santiago Álvarez: http://bit.ly/1TvQWPa
_1250978Durante el Foro “Comunicación en Revolución” (Caracas, 1 de noviembre 2012), el sociólogo Reinaldo Iturriza (ex Ministro del Poder Popular para las Comunas y hoy Ministro de la Cultura) expuso un principio fundamental que defendemos desde siempre en nuestra escuela popular de cine y televisión: “No se trata simplemente de mostrar el cartón de jugo o el tubo, se trata de mostrar lo que está detrás de eso; y lo que está detrás de eso es precisamente el pueblo que produce”. Esta idea fue puesta en práctica hace cien años por el cineasta ruso Dziga Vertov. El filme que mostramos en la clase fue el que realizó para invitar al pueblo a comprar la carne en el mercado rojo de Moscú y no al sector privado. Y como un contenido revolucionario necesita una forma revolucionaria, decidió revertir la marcha del celuloide, recorriendo el proceso desde la venta al matadero, del matadero a los corrales, de los corrales a los vagones del tren, que termina regresando hasta las praderas, en una línea liberada de los intermediarios que infla los precios, lo que para él era una forma reflexiva y antimanipuladora de hacer propaganda.
Esta propuesta se transformó en tema de la realización final de los cortos de nuestro taller en Acarigua: pasar “del producto al productor”, en un momento en que Venezuela, más que nunca, se plantea pasar del país rentista al país productivo. Lo cual significa llevar la lucha a su máximo nivel simbólico, a través de la construcción de un imaginario nuevo: ”Desvelando el origen de las cosas y del pan, la cámara ofrece a cada trabajador la posibilidad de convencerse concretamente de que es él, obrero, quien fabrica todas estas cosas y que, en consecuencia, a él le pertenecen. Desnudando a la pequeña burguesa coqueta y al burgués confitado en su grasa, devolviendo los alimentos y las cosas a los obreros y campesinos que los han producido, damos a millones de trabajadores la posibilidad de ver la verdad y de poner en duda la necesidad de vestir y alimentar a la casta de los parásitos.” (DZIGA VERTOV)
Adán García (izqu.)
Adán García (izqu.)
Luego Adán García llega desde Caracas para enseñarnos el lenguaje de la cámara y de la luz, y para recordar su propia experiencia de la lógica destructora de los canales privados en que el ser vuelto “técnico” se ve despojado de su posibilidad de pensar y de participa en la producción de los programas, e insiste en el privilegio que tenemos, en los medios comunitarios : pensar lo que hacemos.
_1260150Lo sigue Wilmer Arteaga, excompañero de trabajo Vive TV y hoy profeso de sonido en la EMPA, la escuela de Ávila TV quien reflexiona:
Wilmer Arteaga (derecha)
Wilmer Arteaga (derecha)
“Sin duda alguna el sonido en un elemento narrativo de gran importancia que poniéndolo en práctica descubrimos en el una esencia vital de comunicación, tenemos que descubrir y descodificar los sonidos neocolonialista y liberarnos a nuestra propia esencia ancestrales y legitima.”taller 1taller 2
Comentarios de los participantes
Keila Acosta, Teletambores
Keila Acosta, Teletambores
Keila Acosta, Teletambores: “Lo más importante fue como se trabaja el sonido, me abrió la expectativa de seguir indagando en esa materia. Igual el tema de la dramaturgia, a veces creemos que las cosas están puestas por estar y no es así a la hora de analizar. Estos dos puntos son los que quisiera seguir estudiando en el futuro. Y llegar a Teletambores pero no quedarme con eso sino impartirlos a los que están allá. Porque el sonido lo hemos trabajado siempre de forma lineal, no como lo hemos trabajado aquí.”
Cesar Seijas
César Seijas, Selva Tve
César Seijas, Selva TVC: “feliz de seguir este taller ya que aprendí bastante de la dramaturgia y su relación con los diversos planos ya que soy empírico desde hace muchos años, aprendí lo importante de cada escena que uno realiza, de cada segmento, de cada minuto, que se debe trabajar en un documental o en un micro, también sobre el abordaje de la comunidad, es otro elemento que nos llevamos para el estado Amazonas.”
Alejandro Gómez, Selva TVe
Alejandro Gómez, Selva TVe
Alejandro Gómez, Selva TVe: “lo que más me impacto así, fue la parte de la dramaturgia, la parte del sonido, de cómo trabajar con el sonido cuando uno va a trabajar con el documental o con una ficción, nunca había trabajado con estos géneros y otra cosa, la importancia de asociarse con la gente, con la comunidad, antes de producir y nos vamos con muchos conocimientos para dárselos a la gente nuestra”
Jorfrank Mendez
Jorfrank Méndez, Selva TV (izqu.)
Jorfrank Méndez, Selva TVC: “Este taller de formación fue una experiencia asombrosa pues, primero porque teníamos conocimientos, somos prácticamente empíricos y en este taller estudiamos la educación popular, nos dieron una gran variedad de herramientas que podemos aprovechar en cada uno de nuestros espacios, desconocíamos por completo la importancia del audio en una producción audiovisual, de cómo hacer un montaje que de verdad transforme conciencias, que podamos rescatar esos valores que poco a poco estamos perdiendo a causa de las producciones de las corporaciones televisivas que estamos acostumbrados a ver desde 40 o 50 años, y en mi caso y en el caso del colectivo de Selva TVC con todos estos elementos vamos a reivindicar el valor del indígena, el trabajo del indígena, como ellos se esfuerzan por que cada uno de sus productos llegue a la ciudad y esperamos que siga este espacio de formación”
Marielena Infante, Selva TVe
Marielena Infante, Selva TVe
Marielena Infante, Selva TV“Me pareció más importante la parte del montaje, de la dramaturgia y de los diferentes estilos, los varios enfoques, los polos narrativos, me parecería fino realizar un taller de edición, y de sonido, son dos elementos demasiado importantes.”
Leandro Colmenares, Faro TVe
Leandro Colmenares, Crearte y Faro TVe
Leandro Colmenares, Colectivo Crearte y Faro TV: “antes de este taller, no dominaba mucho el tema de la dramaturgia, estaba más fortalecido en lo de la cámara y de la edición, por esto ha sido un gran aporte.”
Willians Sivira, Lara TVe
Willians Sivira, Lara TVe
Willians Sivira, Lara Tve: “Lo importante ha sido poder reunirnos varias televisoras comunitarias y con la escuela popular de cine, conocernos y reconocernos los que estamos haciendo el trabajo en  las comunidades, ver cómo estamos, como nos podemos apoyar, porque ahí daría pie a una articulación de contenidos que podemos hacer juntos, o hacerlo por separado y repartirlo, compartirlo y poder hacer esa conversación de lo que es la ley de comunicación popular, como hacemos una fuerza de cómo podemos avanzar en eso pues, por lo menos ahí en el mismo espacio hay una radio comunitaria Crepuscular, es importante la profundización de los conocimientos, también la parte de sonido que anteriormente no le daba tanta importancia, hoy en día estaré pendientisimo del sonido, y de la iluminación que con un pedazo de anime se puede resolver.”
Karen Torres, Tatuy TV
Karen Torres, Tatuy TV
Karen Torres, Tatuy TV: “Me interesó particularmente el análisis político, social, cultural de la realidad en que nos vemos inmersos porque se supone que los comunitarios buscan transformarla, la realidad que el sistema te impone, es como un deber nuestro hacer análisis crítico del discurso, como nos manejan, que elementos nos ponen sobre la mesa para manipularnos o para despertarnos, y creo que el taller reforzó específicamente esos elementos de análisis crítico del discurso. En Tatuy tengo mucho tiempo trabajando esa área y el taller aportó otros elementos como el asunto de los polos narrativos, la iluminación, porque hacer el análisis crítico es como hacer el diagnóstico para nosotros producir esta transformación de la realidad. Me llamó también mucho la atención la delicadeza con que se trabaja el sonido. Soy de los que piensan que el sonido es mucho más importante que la imagen a pesar de que somos una especie muy fotográfica esa delicadeza del trabajo sonoro merecía un espacio más amplio. Cada detalle, cada precisión… y hay una particularidad es que las féminas somos más sensibles por el oído también. Igual que el facilitador Wilmer considero que el proceso sonoro cubre 70% de la producción audiovisual. La imagen es un agregado a todo ese proceso sensorial que tú tienes.”
Juan Jose Moreno, Faro TV
Juan José Moreno “Jota”, Faro TV
Juan José Moreno, Faro TV: “He estado en múltiples espacios de formación y en el área de cine también pero la gran diferencia en este caso está en el grupo, en la entrega y en la voluntad que ha tenido el grupo en la formación, y de cierta manera quienes han coordinado han contribuido también a que esa harmonía se preste, pues. Y creo que nos ha permitido un avance muy positivo porque aparte del tema de la voluntad estuvo el apoyo mutuo en la formación, del entendimiento, de compartir saberes e ideas, mientras uno se estaba durmiendo el otro tomaba el relevo, etc.. Estuvo siempre el compromiso a veces salíamos de noche pero al llegar a nuestro lugar de alojamiento nos poníamos a estudiar, eso permitió comprender cosas que no habíamos comprendido, y de aquí en adelante hay unas ideas muy claras en las que se quiere aplicar la producción. Más allá de un simple taller fue un espacio para plantearnos construcciones conjuntas.”
Cortos producidos. Un documental y una ficción. Tema: “Del producto al productor”.
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miércoles, 17 de junio de 2015

Llegué a la comunidad de Iberciencia por curiosidad



Publicado en Iberoamericadivulga
José Javier León
Maracaibo, República Bolivariana de Venezuela
IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica

El aumento exponencial de la población con acceso a Internet nos da a los docentes una enorme responsabilidad con respecto a la creación de alternativas de educación que exploren las ventajas de las Tics.

En realidad me complace escribir, reflexionar sobre la educación, la ciencia, la historia, en fin, sobre la realidad tal como la veo y la entiendo, y la posibilidad de hacerlo para y entre una comunidad de docentes del mundo es, sin duda un atractivo interesante. Se une además la gratuidad, el no exigir nada a cambio salvo lo mínimo: respeto, sentido común, sindéresis. Criterios que, aplicados a la vida cotidiana, en el día a día, reportan grandes beneficios: una vida más o menos tranquila, sosegada, en medio del fárrago y el trajín. 

Estudiar me genera un estado de calma expectante, un reposo despierto, una forma de estar alerta sin sobresaltos. En este clima he ido desarrollando las actividades, las “tareas”, con la satisfacción de ver el esfuerzo respaldado por publicaciones y atenciones amistosas. Pero he ido aprendiendo más, algo verdaderamente nuevo: el mundo virtual de las comunidades a distancia. Las cuales por cierto, se parecen mucho a las que ya conocía digamos en el día a día de mi cotidianidad como profesor. ¿Pero en qué se parecen? En la paradójica cercanía, en un acortamiento de las distancias que pone a un escaso clic formas de ser, de pensar, de actuar, de entender, que trascienden las distancias y nos ponen en un tú a tú personal, físico, concreto, real en definitiva. 

Por la comunidad de Iberciencia[1] he llegado a inscribirme en los Mooc[2]. Hace tiempo sabía que existían estas modalidades de aprendizaje pero confieso que no me atrevía a dar el salto. Sabía de Moodle, ojeé sus posibilidades hace algunos años, asistí a un “salón de clases virtual” asombrado, pero no continué y perdí la pista. Hasta que aceptando una invitación de Óscar Macías[3], me inscribí en uno de los tantos Mooc: Arte y Tecnología para educar.

Ahí comenzó una agradable aventura. Pequeños ejercicios, algunas complicaciones, mínimos o moderados requisitos de paciencia, de tiempo, de disposición. Una formación estándar pero que, y es por lo que reseño mi experiencia, abre puertas. Fue precisamente lo que (me) ocurrió. 

Llegue a conocer de otra manera, con otra actitud herramientas que estaban ahí en mi computadora y que un tonto tabú mantenía inutilizadas. Descubrí potencialidades y recursos que dibujan una forma del mundo que yo no me atrevía a ver y que quedaba al descubierto con el simple descorrer de una cortina sutil que semejaba un muro.

Hace poco leí que sólo usamos un 4% de la internet… con lo que he ido aprendiendo estoy convencido de que 4% es una cifra generosa… 

Ahora estoy cursando Recursos Educativos Abiertos. Aplicaciones pedagógicas y comunicativas, y las ventanas se siguen abriendo sobre un campo de conocimientos a la mano y frescos. Varias cosas me asaltan: yo, que me considero medianamente preocupado por la educación, cuán lejos estoy del mundo virtual de la educación a distancia; y me pregunto: cómo conjugar los problemas de la realidad y los territorios, la concreción social e histórica de los sujetos y sus proyectos políticos de ciudadanía, de soberanía e independencia, con las fórmulas de la educación on line, con el mundo que se abre en las pantallas y cuya presencia, por cierto, se multiplica exponencialmente. 

Pues debe saberse que en mi país son millones los niños que tienen hoy una laptop; y que los jóvenes y adolescentes reciben tabletas; que la conexión a internet crece amén de que hay toda una política pública desplegada para establecer conexiones libres en plazas, parques, escuelas y liceos. El viaje del libro a la navegación en las redes, del salón de clases al mundo interconectado, nos exige una alfabetización tecnológica que acompañe –y paradójicamente oriente- el crecimiento de los llamados nativos digitales.

Es decir, el mundo de la educación con las últimas herramientas tecnológicas establece su realidad, su pertinencia. No obstante, no deja de llamar mi atención el hecho de que se hable bastante poco o peor, prácticamente nada, entre mis colegas, de estas experiencias de formación a través de las redes. Y ello ocurre cuando se ha avanzado enormemente en las fórmulas del e-gobierno y en la ampliación de las áreas y superficies “inteligentes”. 

La gratuidad, la cooperación, la construcción del conocimiento de manera plural, abierta, democrática, como reza por cierto uno de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible: “Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”, son valores del mundo naciente pese a la desigualdad que busca imponer a toda costa la sociedad de mercado. Hoy, un tanto atónitos, somos testigos de cómo la violencia recrudece al tiempo que la muerte pierde espacios en la medida en que encuentran cauce experiencias como ésta que, aquí compartimos y que hacen parte de otro mundo posible, definitivamente humano, promesa y esperanza de salvación de la vida sobre el planeta.

lunes, 15 de junio de 2015

Unidad Curricular Proyecto en la UBV

1) ¿QUÉ ES PROYECTO UBV?
 

Es la llamada UNIDAD BASICA INTEGRADORA porque supone la convergencia de todas las unidades en un intento por restablecer la unidad que todo acercamiento a la realidad supone. Se entiende que si el propósito es transformar la realidad, ninguna unidad lo hará desde su especificidad sino con el concurso de todas, y de todas a la vez. Proyecto es nuestro espacio para el aprendizaje y la enseñanza, promueve la investigación, la intensifica y sistematiza, para todos. Proyecto es ya la realidad concreta de ese otro mundo posible, se constituye en realidad y constituye (por ello mismo) a los sujetos. No es (la) utopía, sino la praxis de la educación bolivariana.

Leer la entrevista completa AQUÍ


Proyecto UBV

sábado, 13 de junio de 2015

Artículo para pensar la idea de Escuela como espacio de articulación

Conocimiento, sujetos y territorio
Para pensar la comunicación en contextos productivos
no capitalistas
Ver el texto completo en PDF
Resumen
Una de las tareas que tenemos por delante es la de pensar la organización comunitaria en momentos en los que está en curso un complejo proceso de transformaciones sociales, económicas, políticas. Un pensar urgente con consecuencias inmediatas; un pensar en crisis la crisis, pues los paradigmas, los supuestos, las nociones y conceptos ya no dan para más y sólo alcanzan a nombrar epifenómenos en franco proceso de disolución. ¿Cómo hablar de comunicación si nadie cree ya en los medios?, o de política, poder o gobierno, ante la escalada y posicionamiento de las trasnacionales. ¿Cómo hablar de escuela o educación en escenarios controlados por la racionalidad tecnológica que, stricto sensu ya no nos necesita para pensar-se ni desarrollar-se? Empero,
es en estos escenarios donde ensayamos una propuesta de comunicación en contextos productivos para la articulación (a partir de una escuela otra, comunitaria y comunal) de redes socioproductivas que descubran y tracen nuevos territorios y redefinan desde abajo las formas del poder popular hacia la construcción de un nuevo Estado. Desde la perspectiva del poder popular, la comunicación de masas (massmediática) y por ende sus formas concomitantes de organización y ‘educación’ configuran «el triunfo de la tiranía neoliberal» (Álvarez Puga, 2006); por otro lado, la comunicación, la educación y la organización para el socialismo, exigen ser construidas desde abajo, por sujetos que ejercen el poder sobre las condiciones sociales de existencia y el control, como dice Daniel Mazzeo (2008:186), «efectivo y democrático de un orden social metabólico alternativo al capital».

La escuela-articulación by José Javier León

jueves, 4 de junio de 2015

Intervención en la clase inaugural del DIPLOMADO EN COMUNICACIÓN SOCIAL, SALUD COLECTIVA Y DERECHO A LA VIDA

Bien común y buen vivir: la comunicación es la salud de la patria

Hospital Coromoto
02 de junio de 2015

José Javier León

Universidad Bolivariana de Venezuela
PFG Comunicación Social – Sede Zulia

"Lo común, como la salud, la educación, o la vida misma, no pueden ser comercializados porque repito, llega el momento en que se levanta una barrera infranqueable. Entonces la solidaridad, la cooperación, todos los mecanismos que los seres humanos hemos desarrollado como especie para la sobrevivencia son los que debemos de alguna manera recuperar y por eso, espacios como este donde nos reunimos, de modo gratuito, solidario y cooperante, reconstruyen y restituyen la vida humana, nos permiten volver a ser humanos."

Desde hace algún tiempo vengo reflexionando sobre la comunicación, pero vista no exactamente desde los medios o las tecnologías de la información y la comunicación, sino la comunicación como algo propiamente humano, propio de la condición humana, inherente a la especie. Y desde esa perspectiva más antropológica veo y critico la comunicación vía “medios de comunicación”, es decir, busco mirar desde la comunicación como algo humano, la producción de información y comunicación vía medios de comunicación, que es como regularmente los conocemos. Y pienso que esa perspectiva hace que la crítica a los medios sea más efectiva, vaya más al corazón del problema y no nos quedemos sólo en los efectos.
De modo que, en aras de trasmitir la idea central de mi intervención, parto de la comunicación como un hecho antropológico y me pregunto en qué momento de la historia la comunicación comenzó a ser distinta, a no ser una actividad propiamente humana y, desde allí, qué problemas eso ha venido trayendo.
Si preguntamos a la historia cuándo el sentido de la vida comunitaria se rompió, nosotros en América lo sufrimos desde el siglo XVI, con la llegada de los europeos, no sólo de los españoles. Cuando decimos que se rompe el sentido de comunidad es que las personas que vivían en comunidades dejaron de vivir de esa manera, es decir dejaron de estar relacionados con sus entornos vitales. La Conquista significó el desmembramiento del vivir comunitario.
¿Qué es lo que significa vivir en términos comunitarios? Significa una relación vital, orgánica con los territorios, con la tierra. La comunidad está estrechamente vinculada a los entornos. Sin territorio, la comunidad es virtual, aérea, y por lo tanto no está asentada ni funda arraigos en una localidad.
Esto que digo tal vez nos remonta a unas formas que podemos calificar de remotas, pero eso no quiere decir que no existan comunidades hoy y que, mirando históricamente, no tengamos un reto como sociedad, como civilización, en el hecho de retomar condiciones de vida comunitaria necesarias para la sobrevivencia de la especie.
Que el proceso de desmembramiento de la vida comunitaria se haya iniciado en el siglo XVI y que hoy continúe no quiere decir que los seres humanos no necesitemos retomar formas de vida comunitaria para salvarnos. Lo concreto es que buena parte de los problemas que tenemos y que afectan la salud, tienen que ver con la pérdida de la vida comunitaria, con la descomposición de la vida humana en el planeta.
De modo que tenemos un reto civilizatorio: salvar la especie humana; ahora bien, eso es imposible si no retornamos, si no recobramos formas de vida comunitaria. Es decir, implicaciones, correspondencias, articulaciones con los territorios, elementos que el capitalismo para nosotros desde el siglo XVI en adelante, ha ido sistemáticamente destruyendo al crear separaciones, alejando a las comunidades, rompiendo sus relaciones vitales con sus entornos y creando formas de vida y de producción aisladas de los territorios. Esa ha sido la clave fundamental del desarrollo capitalista. 
Cuando llegaron los españoles crearon los Resguardos, las Encomiendas, formas de concentrar indígenas que les impidieron seguir desarrollando sus actividades tradicionales, ancestrales, comunitarias, estos antiguos campos de concentración consistían en tomas de comunidades enteras para trabajar por ejemplo en las minas, un trabajo totalmente ajeno a la idiosincrasia, a la cultura de las comunidades, trabajo que suponía esclavitud y carecía de sentido alguno para los indígenas. La minería sólo podía tener sentido para el europeo que valorizaba los minerales, la plata, el oro, etc., de modo que el trabajo como tal, desde la Conquista en adelante, para los indígenas y para nosotros en América dejó de tener sentido.
Porque una de las cosas que hace la vida comunitaria es relacionar a las personas con su territorio y conferirle sentido al hecho de trabajar, porque cuando se trabaja implicados en los territorios es para la satisfacción de necesidades. El trabajo en el régimen capitalista no las satisface, si satisficiera necesidades no hubiera hambre, el hecho es que el hambre no sólo existe sino que crece ¡y en un mundo que produce siete veces más de los alimentos que necesita! Entonces en el caso particular del hambre, éste no es el problema, sino la producción y distribución que no tiene que ver con la satisfacción de necesidades humanas.
Pero así es con todo. En efecto, cuántas medicinas se producen con las que se podría curar, cuánta investigación se hace para sanar y cuánta para producir y valorizar capital. Cuántas de nuestras actividades laborales se hacen en términos de acumulación de capital y no para satisfacer necesidades. Cuánto tiempo trabajamos en función de la valorización y cuánto se requeriría trabajar para satisfacerlas. Esa diferencia es sustancial y nosotros deberíamos tomar mayor conciencia de eso porque es estratégica, es decir, allí se encuentra la razón del trabajo, la satisfacción de necesidades y es lo que nos permite entender cómo el capitalismo opera para producir medicinas o alimentos más allá de las necesidades y sin importarle un ápice éstas. Medicinas, por cierto, que no curan, alimentos que no alimentan, en fin, formas de vida que son sustitutos, paliativos, formas que de alguna manera atentan contra la propia vida.
Lo sustancial de nuestra reflexión está pues en el hecho de entender en qué momento de la historia nosotros nos separamos de las formas de vida comunitaria, en qué momento ocurre esa fractura y cómo podemos en un giro estratégico y político, reorganizar las formas de vida para reorientarnos hacia formas de vida comunitaria. Allí está una clave, una estrategia, todo un plan que debemos ir considerando en función de salvar la especie.
Nosotros necesitamos retornar a la comunidad y entender que formamos parte de entornos y que nuestro cuerpo participa de ellos. Que nuestra dimensión biológica tiene implicaciones directas en los territorios porque lo que necesitamos es re-unir, religar nuestro cuerpo al cuerpo comunitario, a esa instancia vital que nos re-encuentra en lo que somos como seres humanos.
¿Dónde se puede dar esa relación, esa re-unión? Sólo en vida comunitaria, sólo si trabajamos en función de la satisfacción de necesidades y no en función de valorizar, por ejemplo, el capital que es de lo que se ocupa el trabajo en términos capitalistas.
Entonces la educación, la formación tiene trazado un plan, la reunificación, la reunión de los elementos que hacen posible formas de vida comunitaria. Lo cual pasa por la solidaridad, la cooperación, por los diversos mecanismos con que los seres humanos contamos para poder sobrevivir, es decir, sólo se puede vivir y salvar la especie si recuperamos la solidaridad. Si la lógica es “vender” entonces lo que sabemos llegará un momento en que no se pueda vender o bien alguien que lo necesita no lo podrá saber dado que se establece como una barrera la comercialización, como ya ocurre con la medicina o cualquier cosa. Si la salud, si los bienes esenciales se convierten en mercancía, llega un momento –y a la vista está- que alguien, un país o una sociedad no los pueda adquirir.
Lo común, como la salud, la educación, o la vida misma, no pueden ser comercializados porque repito, llega el momento en que se levanta una barrera infranqueable. Entonces la solidaridad, la cooperación, todos los mecanismos que los seres humanos hemos desarrollado como especie para la sobrevivencia son los que debemos de alguna manera recuperar y por eso, espacios como este donde nos reunimos, de modo gratuito, solidario y cooperante, reconstruyen y restituyen la vida humana, nos permiten volver a ser humanos.
Eso es como se ve todo un proyecto civilizatorio; creo y comparto con muchos que América Latina, nosotros, Nuestra América está construyendo formas de vida comunitaria y está proponiéndole al mundo una manera de habitar, de ser. Creo que esa ventana se ha abierto y muchos están contemplando esa alborada, esa alba.
 Saludo enormemente este encuentro, quiero manifestar el agradecimiento por la invitación y seguro nos encontraremos en alguno de los módulos, para seguir profundizando en estos temas un tanto filosóficos que buscan comprender históricamente qué comunicación necesitamos para volver a ser humanos y, así, cumplir el dictado del 5° Objetivo Histórico del Plan de la Patria, salvar el planeta.

lunes, 1 de junio de 2015

Educación liberadora Revolución del conocimiento

En el marco del Congreso
Inventar las Democracias del Siglo XXI


Participación de
José Javier León
Docente de la UBV Zulia

Viernes 22 de mayo de  2015
Centro de Arte de Maracaibo
Lía Bermúdez (CAMLB)



“…para nosotros el tiempo es vida, pero para el capital el tiempo es oro.”

“Necesitamos liberar el trabajo del concepto capitalista de trabajo, que no es trabajo nada.

Hay un problema directamente relacionado con la educación: por fragmentar los conocimientos vemos la cultura por un lado, la política por otro, la economía por otro, en fin, creo que ahí está una clave de los problemas que se nos han ido presentando y nos han hecho víctimas de un sistema que ha generado mecanismos diversos, múltiples, de deshumanización. Por eso he querido comenzar con una pregunta que es como una suerte de adivinanza: ¿qué tienen los ricos que no tenemos nosotros y no es dinero, ni propiedades? Hay algo que los ricos tienen y tienen en abundancia que no es –repito- dinero ni propiedades; tienen… Tiempo. Y el tiempo es lo que menos tienen los pobres.
Nosotros hemos sido víctimas de una división viejísima: saber y trabajo. El conocimiento requiere tiempo, el trabajo requiere esfuerzo; y aunque ciertamente, ocupe tiempo, éste lo perdemos: lo vendemos, lo alquilamos, nos lo compran o roban, porque la relación nunca es equitativa.

 Esa clave del tiempo es estratégica para nosotros y debemos comenzar a considerarla porque todos los esfuerzos que hagamos como docentes, como activadores culturales, como responsables de la política pública en torno a la cultura, es la construcción del tiempo colectivo como una manera de liberarnos estructuralmente del dominio del capital. Es decir, si nosotros en nuestras comunidades, en los colectivos y organizaciones, no construimos formas para la liberación del tiempo estaremos siempre dominados por las relaciones de capital.

Una de las cosas por las que, por ejemplo, poca gente del pueblo asiste a actividades como esta es, precisamente, porque no tiene tiempo. El tiempo lo tenemos nosotros porque contamos con un sueldo, porque tenemos ventajas en la distribución de la riqueza nacional, es decir nos queda tiempo para sentarnos a reflexionar. Es más, de alguna manera nos exculpamos porque el Estado está subvencionando este momento en que estamos acá. Pero al señor, a la señora, al joven o a la joven del barrio, de la comunidad, nadie le está pagando, o el Estado no está cubriendo su asistencia aquí aunque se haya hecho un montón de cosas para que sí (mejorando las relaciones laborales, reduciendo el tiempo de trabajo, mejorando las vías y el transporte, llevando salud y educación a las comunidades, etc.), mas todo eso resulta imperceptible a menos que haya una buena campaña de información, de cultura, de educación, para la que se requiere –otra vez- tiempo.

De modo que las personas no participan en actividades como esta porque están digamos trabajando o están viendo cómo hacer para sobrevivir, para hacerle frente a la vida y a las necesidades económicas que no tienen como subvencionar sino con un esfuerzo que entienden como exclusivamente propio.

Esa situación persiste con todo y que –repito- se han generado ventajas a través de una mejor distribución de la riqueza lo cual se manifiesta en, por ejemplo, las mujeres del barrio que reciben ayudas económicas por los hijos y eso obviamente, les da más tiempo; cada ayuda económica, cada subvención se convierte en tiempo porque es menos el que tienen que dedicar para sobrevivir. En efecto, hoy muchas personas de la clase media sobre todo, se quejan de que ya no consiguen personas para el servicio doméstico, por supuesto lo primero que piensan es en la cola de los “bachaqueros”, pero muchas que antes trabajaban en el servicio doméstico ya no tienen necesidad de hacerlo, tienen otras entradas económicas; muchas están estudiando… en otras palabras, tienen más tiempo. Aunque remotamente pueda ser agradable el trabajo doméstico ajeno, estoy seguro que muchas mujeres preferirían no hacerlo, estar en su casa y atender a su familia.

El hecho es que el tiempo es una sustancia material que han administrado a su placer las clases poderosas, desde siempre se lo han expropiado a las mayorías por diversas vías, la más terrible sin duda la esclavitud: quitarle el tiempo a la persona a la fuerza; hoy evidentemente hay esclavitud aunque la coerción no sea “violenta” y no veamos las cadenas como decía Alí Primera. De modo que, podemos decir, ciertamente, que el tiempo no nos pertenece.

Aunque le juguemos kikirigüiqui, siempre de alguna manera estamos dependiendo de las estructuras de dominación que pasan por el control del tiempo. Pero esa dominación es, sin embargo la más invisible no obstante ser la más tenaz. No la percibimos pero vemos sus efectos, se materializan sus efectos no la base, la fuente de la dominación.


Así, nuestro plan político debe estar dirigido a conquistar zonas de tiempo liberado. Debemos crear espacios –los ricos los llaman de ocio, pero con una carga peyorativa-, y llamarlos ocio si nos da la gana, pero eso sí entender que se trata de una apropiación del tiempo, o empleando una palabra que está en discusión pero cuyo significado conocemos: un empoderamiento. Las comunidades, el común de nuestro pueblo, nosotros mismos, debemos empoderarnos y buscar mecanismos políticos para hacernos del tiempo porque es ahí donde se pueden cultivar, por ejemplo, los conocimientos.[1]

No hay educación liberadora sin tiempo para la reflexión. Esto que estamos haciendo acá, reunirnos, requiere tiempo, ahora bien, para que eso ocurra deben estar cubiertas una serie de necesidades básicas. Claro, muchas de esas cosas no las percibimos políticamente, o bien de manera estratégica, y por eso nos quejamos de cosas que pasan como que, por ejemplo, la gente no participa. Entonces llegamos a un barrio y decimos: la gente es apática, la gente no quiere participar. Pero lo que sucede en verdad es que no tiene tiempo.

¿Cómo lograr una mayor participación? Pues tenemos que ir al fondo del asunto: hay que cambiar las estructuras de la economía de esas comunidades. Nada más y nada menos.

¿Cómo logramos que las madres, los padres, puedan tener de 2 a 6 de la tarde tiempo para sentarse satisfechos, en calma, cómodamente, a reflexionar, a pensar, si lo que les queda libre es de las 7 a las 9 de la noche, cuando ya están por supuesto cansados, y lo que les queda a veces sólo es el fin de semana? ¿A dónde se dirigen las clases de Misión Sucre si no a los fines de semana? Y entonces se les exige el doble, un extra que el pueblo está dispuesto a dar, de hecho respalda esas políticas, pero debemos considerar las cuestiones que tienen que ver con el cuerpo, con la familia, con eso de lo que la gente tiene que desprenderse para robar tiempo, en todo caso, retomar tiempo que el capital le ha expropiado.

Cuando decimos que las reuniones del Consejo Comunal tienen que ser a partir de las 8, o que tienen que ser los sábados y un ratico en la tarde… ¿Por qué? Precisamente porque el tiempo que tendrían para la organización, para la reflexión, para el trabajo colectivo, ha sido expropiado por las relaciones de capital. Tenemos entonces que generar una economía liberadora que les proporcione a las comunidades tiempo para la reflexión, [para la cultura, para los bienes esencialmente humanos, entre ellos los espirituales].

Y para ello hay unas claves que debemos atender. Una es que el capital creó como el non plus ultra de lo humano el individuo, una construcción histórica y además abstracta; es decir el individuo no existe, es una entelequia, porque la verdad es que nadie es individual. La única manera de pensar lo individual es pensarlo –si cabe la expresión- mentalmente, pues físicamente no existe individuo como tal. Todos somos unidades complejas y en relación con. El individuo es, pues, un concepto. Es una abstracción. Y es una creación del capitalismo a la cual le encasquetó un nombre: el homo economicus.[2] Y sobre esa entidad capitalizó la economía, el derecho, la política. Por ejemplo, el individuo [y sólo él] es un sujeto de derecho. Por eso suceden cosas como ésta: una persona cae presa, pero la ley se olvida por ejemplo de la familia, que la persona que incurrió en un delito es padre, madre, que esa persona no está sola. Por cierto, de ello se dio cuenta mi hijo…[3] El punto es que el derecho no ve (la justicia es ciega, dicen) que la ley afecta sólo al individuo.

El derecho, la economía, la política moderna se fundaron sobre esa entidad abstracta que es una construcción histórica, el individuo, que el capitalismo llamó con sus teóricos: el homo economicus. Y esa entidad abstracta es atémpora, fíjense que desde el momento que comienza a construirse aparece una frase que es muy propia del capitalismo y que todos conocemos: el tiempo es oro. Porque lo que surgió es que el tiempo va por un lado, que el tiempo del capital es uno y el tiempo humano es otro: el tiempo de la vida. Pero este tiempo y la vida fue expropiada para la reproducción del capital y el capital se reproduce en un tiempo que es suyo, y que no es obviamente el tiempo humano, el tiempo de la vida; no, el capital se reproduce a su tiempo, a su ritmo y es tan bestial –y esto no es una metáfora- que no descansa y no tiene dimensión del pasado, el presente y el futuro, sino que ocurre (y corre) en un instante depredador, voraz, absoluto. Por supuesto, este tiempo del capital no tiene nada que ver con los tiempos de la vida, de lo orgánico, de la reposición, con los ciclos de la vida. Al contrario, está por encima de todo eso porque su tiempo es otro.

La instancia abstracta que puede acompañar ese tiempo es el homo economicus; es decir, el capitalismo y su tiempo engendraron una entidad con un tiempo que tiene su propia naturaleza, el homo economicus, el que puede vivir al ritmo del capital. Por supuesto, no hay cuerpo humano –porque en definitiva hay un cuerpo humano- que aguante el ritmo del capital. El homo economicus puede encarnar en un alto ejecutivo o en un pobre que no encuentra qué comer, pero encarna allí porque de lo que se trata es de que el capital, como un vampiro, le absorba el tiempo.

La clave está en que el capital expropia, incorpora el tiempo, se lo roba de la vida y lo que engendra son entidades que se mueven, comen, caminan, pero que no tienen vida. Porque para nosotros el tiempo es vida, pero para el capital el tiempo es oro.

La entidad abstracta que el capital necesitó para poder moverse entre los humanos es el homo economicus, una “persona” des-humanizada, realmente des-temporalizada, a la que se le ha usurpado el tiempo. Por eso, las personas capitalistas o que asumen el ritmo del capital viven rápido, en la angustia del tiempo que pasa volando, en la angustia de la urgencia, todo es vertiginoso. ¿Y qué dice la persona que está subsumida, que está absorbida por el capitalismo? Dice: no tengo tiempo para nada. Para lo único que tiene tiempo es para reproducir el capital.

Entre las artimañas del capitalismo, la persona que vive sobrepasada en su humanidad para poder cumplir los ritmos del capital, es la exitosa. Es la misma artimaña que usa el capital con las madres: la madre que estudia, que trabaja, que atiende el hogar… Todo eso y más se concibe luego como valores, como un triunfo de la mujer cuando la verdad es que ha sido cuatro, cinco, seis veces más explotada que el varón. Es pues una cosa terrible porque nosotros y aun las mujeres asumen que eso es una maravilla, puesto que han logrado sobreponerse a las limitaciones del cuerpo y la familia para entregarle todo y más allá a la reproducción del capital.

La mujer o el varón que entregan su tiempo para dárselo como en un holocausto al capitalismo dejan de ser personas, se deshumanizan y se convierten en unas entidades abstractas, animadas pero sin vida, la perfecta encarnación del homo economicus.

Ahora bien, hay una clase social que es su encarnación colectiva: la clase media. Hay dos cosas, de una voy a hablar, de la otra no. Hay, decía, dos entidades que el capitalismo creó: una es el adolescente, que no existía ni existe en otras culturas y que es una construcción del capitalismo. La otra es, repito, la clase media.

Si nosotros atendemos por un momento a las características que he dado del homo economicus, de esas “personas” sin tiempo, sin vida, deshumanizadas, entregadas al capitalismo, no hay una clase que le dé más su tiempo al capitalismo y que lo haga con orgullo, como quien se realiza plenamente. La clase media ha hecho de la entrega de su vida al capital una iglesia, una religión: está entregada en cuerpo y alma a la reproducción del capital. Y aunque crea ser compensada por el consumo en verdad ello ocurre sólo simbólicamente, porque nada puede compensar la pérdida del tiempo, pues lo que se entrega, lo que la clase media entrega es tiempo. Por supuesto, la compensación es pírrica, porque, si entrego tiempo, ¿cómo un microondas me lo regresa?

Pero es precisamente allí donde comienza la trampa del capital, cada objeto, cada artefacto doméstico es vendido como tiempo. El confort es vendido como tiempo. Ahora, es un tiempo que, dadas ciertas condiciones en que se entrega retorna como objetos, artefactos y confort individualizado. El confort difícilmente es colectivo, pues se experimenta individualmente. El tiempo que entregamos en masa como clase social creada por el capitalismo se nos regresa individualmente en artefactos, en cosas materiales, en instrumentos individualizados, por eso experimentamos individualmente el confort, lo cual constituye una perfecta estrategia desmovilizadora. Una vez que nosotros en la individualidad somos satisfechos ya no tenemos tiempo, o mejor ya no tenemos necesidad, urgencia, para resolver la satisfacción colectiva.

Por supuesto, la clase media encuentra que todas esas satisfacciones se las merece, y así con esa clave retraduce y justifica que otros no las tengan porque no han hecho (individualmente) lo que ella ha hecho. Por ejemplo, citemos una frase típica entre universitarios: yo sí me quemé las pestañas. (Yo sí trabajé, yo sí estudié) Todo es individual (e intransferible). Igual como se merece, así dice la clase media, “bachaquear” dólares, es más, lo que dice es: esos dólares son míos.

La clase media entrega su tiempo, pero no es ella individualmente, lo entrega como clase, porque el capitalismo ha generado esa trampa. A cada uno de nosotros nos trata como individuos, y ya he dicho antes que el individuo no existe, ahora bien, el capitalismo nos trata como tales, de hecho nos convierte en objetos de derecho, de la economía, de lo político, individualmente. Así nos trata. Nosotros entregamos nuestros tiempos particulares, que se convierten en una gran masa de tiempo que el capitalismo administra para su única necesidad que es la reproducción del capital. O sea, nosotros nos deshumanizamos y los ricos capitalizan dinero. Nuestro tiempo se convierte en dinero. La retribución del capital viene por la generación de confort que se traduce individualmente. Ahora bien, ese confort individual ocurre a expensas del tiempo que no solamente entregamos, pues pudiera haber una mínima relación de equidad, el asunto es que la gran mayoría que no es clase media está siendo más explotada en su tiempo porque primero, no tiene ninguna compensación de confort y además, hace todo el trabajo duro: la minería, la albañilería, la construcción. Pónganse a ver dónde está el esfuerzo que construye materialmente la realidad...

Por ejemplo, buena parte de las textileras del mundo están construidas sobre trabajo esclavo, pero la clase media no sabe nada de eso y no quiere saberlo porque está muy confortable, experimentando individualmente su confort puesto que siente y cree que “se lo merece”. ¿Qué es lo que no ve? Que el microondas, el celular, la ropa, están construidos con trabajo esclavo.

¿Quién construye la invisibilidad de ese trabajo esclavo? Buena parte la construye la inconsciencia colectiva de la clase media. ¿Por qué no ve eso? Porque verlo desnudaría su contradicción básica, dejándola al desnudo. Por eso los medios de comunicación buscan por todas las vías tapar esa realidad, e incluso creo que si la mostraran, buena parte de la clase media se rehusaría a verla.

Existen como se ve tres segmentos en esto del manejo del tiempo: los ricos gozan el que expropian de la clase media la cual se siente retribuida –al perder su tiempo- con sentimientos y conceptos de confort; por último, el tiempo que ricos y clase media roban de las grandes mayorías que hacen el trabajo con el que fabrican todo cuanto existe. La maquinaria funciona perfectamente porque a los ricos no les preocupa la explotación, la clase media no se da cuenta de la realidad porque se siente confortable, y los pobres permanecen en la invisibilidad del trabajo de las minas, en la explotación terrible, sin voz ni mecanismos para hacer visible la expropiación de la que son objeto.

Así funciona el mundo, así ha funcionado, por lo menos desde la revolución industrial para acá. La expropiación del tiempo y la explotación total, en las márgenes, en las periferias de las ciudades; mientras, la clase media aceita y mantiene en movimiento la ideología del capital cabalgando la ola del confort que se manifiesta individualmente; finalmente, el rico vive de la explotación y el consumo a manos y boca llena del tiempo que roba.

¿Qué nos toca a nosotros? Lo decía hace un momento: nos toca primero, entender esa situación, comenzar a discutirla en estos aspectos filosófico-materiales. Segundo: nos toca entender que debemos construir una economía liberadora, que logre liberar tiempo social.
Una manera de recuperar el tiempo es con el trabajo colectivo. Porque el capitalismo, como individualizó al homo economicus dijo además que el esfuerzo y el trabajo eran individuales y que el trabajador por ese y sólo por ese recibe su paga. Lo que el individuo no ve es cómo forma parte de un colectivo. Claro, el capitalismo generó mecanismos de trabajo que individualizaron el esfuerzo, el fordismo por ejemplo, que terminó siendo una ideología, una manera de ser y de producir.
Nos toca pues organizarnos para el trabajo colectivo. Porque trabajando juntos liberamos tiempo. El esfuerzo colectivo es lo que puede liberar tiempo. Nosotros debemos crear empresas socialistas donde la enseña, la bandera sea el trabajo colectivo, con la disminución sistemática y progresiva de las horas de trabajo. Por supuesto, seguro ustedes habrán leído cosas sobre la plusvalía, es decir, cómo se roba el tiempo el capital, pero lo que sí me interesa es ver cómo nosotros recuperamos para nosotros, para el pueblo la verdadera noción de trabajo que nada tiene que ver con el trabajo capitalista.

En esa noción de trabajo podemos encontrar que el tiempo para producir la realidad material, si se trabaja en colectivo, es –como dicen- más rendidor. Debemos pues sacarnos de la cabeza –y fue una reivindicación de comienzos del siglo XX- el 8 horas de trabajo. Chávez lo intentó cuando nos repetía que con 6 horas era suficiente, es posible que hasta con menos, pero es una cuestión que tenemos en la cabeza y que es como una cárcel, una forma de esclavitud. Porque hay mucha gente que dice: si trabajamos 4 vamos a afectar la producción. Nosotros tenemos en la cabeza que si no trabajamos al ritmo del capital vamos a empobrecernos y eso es una trampa, una ideología con la que fuimos amamantados.

Necesitamos liberar el trabajo del concepto capitalista de trabajo, que no es trabajo nada. Necesitamos reencontrar en colectivo, redefinir qué es trabajar. Y cómo es que podemos –ahora sí- trabajar en función de intereses colectivos y en función de satisfacer necesidades bien planificadas, necesitamos trabajar en función de un plan económico construido territorialmente, comunalmente y allí distribuir el trabajo en función de ese plan, porque la “economía” está tomada por los intereses del capital. Tenemos entonces, como activadores culturales, que trabajar en nuestros barrios la construcción de proyectos socialistas, empresas socialistas donde la producción satisfaga necesidades territorializadas y a un ritmo de producción que no signifique la pérdida del tiempo, entregar tiempo a una lógica de reproducción del capital que no tendría sentido allí.

Nosotros pudiéramos generar empresas en función de una economía donde empresas familiares constituidas por costureras trabajen por ejemplo dos horas diarias, no tendrían que trabajar 8, porque esa es una lógica ganada incluso a punta de muertos, porque sépase no eran 8 horas antes de los sucesos de Chicago, eran 10, 12, 14 o 16. Nosotros tendríamos que ver, primero, qué significa trabajar y luego, en base a la producción articulada a las necesidades, colectivamente, trabajar. Se trata de tomar el asunto de la construcción del tiempo y de la realidad en nuestras manos. De pronto, digo, trabajamos 5 horas y está bien, trabajamos 6 y también está bien, pero lo que sea que trabajemos debe estar en relación directa con lo que se produce y la satisfacción de necesidades.

Además hay un montón de cosas que hoy, con la tecnología, se facilitan, porque he aquí que la trampa del capitalismo era decir que la máquina nos liberaría de tiempo, algo totalmente falso y a la vista está. El capitalismo con las máquinas liberó tiempo pero no lo retribuyó a los humanos sino que lo sumó a la acumulación de capital. Nosotros necesitamos recuperar la máquina para liberar tiempo. El proyecto socialista no puede ser la producción loca (producir por producir) como tal vez se lo planteó según alguna literatura la URSS, nosotros necesitamos trabajo liberador, la máquina incorporada al trabajo para liberar tiempo, poner a la máquina a trabajar mientras nosotros discutimos, conversamos, en fin tenemos tiempo para la construcción colectiva, para el uso y usufructo que es la vida. Porque el tiempo, en definitiva, es la vida. Sólo estamos aquí para gozar del tiempo y el capitalismo nos lo robó.
¿Cómo se lo quitamos? He allí el proyecto político.


[1] En el 2006, escribía lo siguiente: “Cuando yo entré a la UBV comencé a “dar clases”, luego me di cuenta –y no fui yo solo- que a ninguna parte íbamos a llegar por esa trilla. De ahí la necesidad de socavar las bases de la educación liberal burguesa sostenida como todo el sistema capitalista sobre la noción administrativa y política del control del tiempo. Si controlo el tiempo, tengo el poder. Si el control del tiempo se difumina en la comunidad y todos participan en su construcción, entonces el poder queda en manos de todos. El empoderamiento pasa pues, por la construcción colectiva del tiempo. El tiempo que hasta hace poco sólo conocíamos no nos pertenecía, le pertenecíamos a él, desafiando como siempre la enseñanza bíblica de que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Repito estas ideas sólo para reafirmar que la planificación es un modelo a escala de lo que puede suceder en el país si las esclusas que contienen el definitivo poder popular son abiertas, esto es, si en definitiva nuestra población asume de veras, completamente, su destino. En otras palabras, si construye colectivamente sus propios tiempo y espacio.” En Aporreahttp://www.aporrea.org/ddhh/a20071.html

[2] “En la Antropología del liberalismo hay un concepto fundamental que se ha acabado convirtiendo en una especie de fetiche a la hora de hablar sobre economía y política: «HOMO ECONOMICUS». Mediante esa expresión se designa una abstracción conceptual o, mejor, un modelo y una previsión que hace la ciencia económica sobre el modelo de comportamiento humano perfectamente racional, que es definido por tres características básicas: el «homo economicus» se presenta como “maximizador” de sus opciones, racional en sus decisiones y egoísta en su comportamiento. La racionalidad de la teoría económica descansa sobre la existencia y las “virtudes” calculadoras de ese individuo, que actúa en forma hiper-racional a la hora de escoger entre las diversas posibilidades.” Ver el artículo completo en http://www.alcoberro.info/V1/liberalisme5.htm